miércoles, 11 de marzo de 2009

Cielo no tan plomizo



Son las 8 y algo de la mañana y amanece un día plomizo. El cielo amenaza lluvia pero el pillo no acaba de consumarla; ni una gota. Pero consigue lo que quería: acaparar nuestra atención. Supongo que se regodea viendo como la gente mira hacia él en espera de que o descargue lluvia o se aclare de una maldita vez. Pero nada, sigue el cabroncete cielo plomizo.
A mí me encantan estos días -llamadme raro- es como si todo se viera con una nitidez inaudita, casi irreal; por lo menos en mi caso lo veo todo nitidísimo. Y encima me invade una "pesadez feliciana", es como si el aire contuviera algo que me hace estar en un estado de paz que me asombra. Nitidez y paz. Así las cosas lo que me apetece es ponerme a observar, dejar que esas imágenes con nitidez inusual entren por mis ojos sin restricción. Y justo hoy se me ha dado la oportunidad perfecta: he tenido que dejar mi taxi en un taller de la zona de Diagonal Mar y he vuelto a mi casa entre a pie y en bus; así que, con tiempo y con un clima agradable (el aire estaba un punto fresco que es como me gusta) me he quedado a gusto de mirar a la gente por la calle, en los edificios, en los bares... nada se me escondía, porque hoy lo podía ver todo.
Supongo que si todos los días fueran así me fastidiaría como a todos, pero unas pocas raciones de días así yo las agradezco; es como si me renovara el alma. Hasta otra cielo plomizo, aquí tienes un colega.

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